martes, 22 de diciembre de 2009

CRÓNICA POST ANIVERSARIO A CHUZOS

Ayer tuve la gran suerte de no morir ahogada. Me vestí precipitadamente, me puse pegotes de rímel y el colorete a trozos porque los preparativos de mi aniversario me habían retrasado. Aquello no había quien lo reconstruyera después de las primeras lágrimas. Resulta que cogí el 40, el único autobús que pasa cerca de mi casa y que accede al centro de la ciudad después de dar una vuelta que ni os cuento.
Poco después me bajo, tras la odisea de ancianos mosqueados que gritaba en el autobús, me dirijo al centro comercial, compro una botella de sidra para variar del cava y justo, justo cuando salgo del supermercado, ¿qué ocurre? que empieza a caer el diluvio universal. Tuve que pararme durante 20 minutos en un comercio cercano a la calle Cardenal
Spínola, pero aquello no había quien lo aguantara. El resultado fue que todos mis maravillosos papelitos adhesivos, aquellos que me había dedicado a escribir toda la mañana para Massimo, terminaron empapados en un momento, y claro, así no había manera de darle la sorpresa que quería. Había hablado con el vigilante de su bloque para que me ayudara a pegar los dichosos corazoncitos por las paredes y puertas de su casa...
Luego
Massimo me sorprendió, para rematar la faena, con una rosa roja maravillosa, que yo con mi enfado monumental ni miré en ese momento. Estaba más pendiente de que llevaba empapada la cabeza, las botas, el chaquetón... Por un momento pensé que me salía agua de la ropa interior (no penséis mal). El florentino insistía en que no saliéramos, aunque había reservado en un restaurante más que romántico. Pero yo, como tengo la cabeza como el cemento, me empeñé en salir de nuevo. Y cómo no, volví a mojarme y mojé a Massimo y la lluvia nos mojó a nosotros.
Al llegar al restaurante, que era el San Marcos del Barrio Santa Cruz (madre mía, nunca había estado en un sitio tan exclusivo, a excepción de restaurante en Florencia),
Massimo y yo descubrimos que el agua traspasaba el techo, y que la cazuela de macarrones y la pizza nos las tendríamos que comer con el gorro del impermeable puesto. Y ya para terminar la noche, que dentro de lo malo fue de lo más tierna y romántica, empecé a discutir con el toscanito de mis amores porque me había dejado la rosa de aniversario en su casa... Y no había un Dios quien después del Chianti y los sofocones volviera.
Que quede en los anales de nuestra historia, que nuestro primer aniversario fue de todo menos aburrido.
P.D.: ¡Vaya dolor de garganta que tengo! Contigo, ni pan ni cebolla,amor, agua, que es muy sana.

6 comentarios:

em10 dijo...

:D La historia es de Rompetechos, jeje.
El amor es que lo inunda todo, Speranza. Y si es profundo, cala hasta los huesos.
¡Muchas felicidades!

Anónimo dijo...

Si no hubiera sido así, no seríais vosotros...aún recuerdo vuestra primera noche juntos...

Quedada en Croce -¿recuerdas lo que pasó antes? el indigente del lavabo, la señora de las uñas y el gofre, los tios que me tiraron al suelo-

Max llegaba puntual, con su abrigo hasta los pies y sus incondundibles botines blancos...ese restaurante con velas y las preguntas indiscretas de mi hermano...el chianti gran reserva y la habitación de hotel...Giulia y sus pruebas...una encerrona+apagona en el Da Vinci...la sauna...Claudio llamando...ains...

Lo de ayer no es nada, lástima los papelitos, pq la idea es preciosa ;)

Veo que la creatividad es genética ;)

Rafa Parra Soler dijo...

Por fin! Es para mí un honor y un placer estrenarme en tu blog, cuñadita mía.

Ya verás cómo os vais a reír cuando les contéis estas historias a vuestros hijos,a vuestros nietos... Y a los sobrinos, por supuesto. Me estoy imaginando a mi Galatea escuchando embobadita a su tita Espe contándole historias como ésta.

Besitos, cuñadita!

Anónimo dijo...

Tu historia me recuerda a mi primera noche en Roma, un "desastre" que luego recuerdas con cariño.

Speranza dijo...

Efectivamente, em10, la cosa es del tebeo :D Gracias por la felicitación.

Casandra, hermana anónima, lógicamente para que seamos Massimo y yo tienen que pasarnos cosas así... No he olvidado nada de lo que pasó en Florencia, y es más, cuando me acuerdo lloro (de alegría).

Rafa, me alegro de que te prodigues por aquí, veo que te alegra mi estreno bloguero. Un beso.

Ruseta, a estas horas debes estar ya por Barna. Cuando tú y yo vayamos a Roma espero que no sea un "desastre". Baci!

Víctor dijo...

Bueno, tú quédate con eso que dices de que fue de todo menos aburrido; y sobre todo con que tienes un fiorentino estupendo con el que seguro que vas a celebrar muchos más y mejores aniversarios que éste ;)