domingo, 11 de julio de 2010

"Un egoísta es todo aquel que no piensa en mí"

Leyendo textos y más textos de las temidas UD he encontrado este de Carmen Posadas sobre el que merece la pena reflexionar en un día como hoy, en el que me invade una profunda melancolía, por dos razones, una la natural, la que me hace ser ñoña 366 días al año y otra mi ciclo, ese que todos estáis pensando y que también hoy acompaña a "la Roja"...

"En una de las circunstancias más difíciles de mi vida, un periodista me preguntó cuántos amigos había perdido en la adversidad y yo le contesté que ninguno.
Como en los momentos duros hay muchas personas que fallan e incluso nos niegan, el periodista se quedó bastante atónito y tuve que explicarle que, según mi experiencia, nadie falla si sabe uno qué esperar de cada persona y no pide peras al olmo.
Lo que quiero decir es que hay amigos a los que podemos llamar a las cinco de la mañana para que nos consuelen de un mal de amores. Otros que son como una tumba y sabemos que nunca divulgarán una confidencia. Algunos (raros, pero los hay) a los que podemos acudir en un apuro económico y, por fin, amigos que siempre hablarán bien de nosotros pase lo que pase.
Lo que no se puede esperar, sin embargo, es que el que nos consuela sea una tumba o que el que nos presta dinero hable bien de nosotros, ni que el que habla bien de nosotros se plante en nuestra casa a las cinco de la mañana cuando nos da el mal de amores. Cada uno sirve para lo que sirve y no hay que esperar más, so pena de llevarnos el consabido chasco.

Como la gente es muy proclive a ver la paja en el ojo ajeno y no la cacho viga del quince en el propio, piensa que él o ella es incondicional y que nunca fallaría a un amigo; pero eso no es más que un espejismo. Hay gente más generosa y gente más egoísta pero (casi) ninguno somos san Francisco de Asís, que yo sepa.

Tengo muy claro, por ejemplo, que no pertenezco al grupo Uno de los antes mencionados, es decir a mí que no me llamen a las cinco de la mañana así haya un terremoto. Pero vivimos en un mundo tan autocomplaciente que nadie se detiene a hacer una mínima reflexión sobre sí mismo y tiende a pensar que cada cual es perfecto y los demás malvados.
En realidad, quienes piensan así, pertenecen a ese colectivo bobalicón que cree que “un egoísta es todo aquel que no piensa en mí”.
Sin embargo, la autocomplacencia es un bálsamo engañoso, pues al principio quizá reconforta pensar que somos buenos y el resto de la humanidad malvada, pero al final lo único que conseguimos con esta creencia es quedarnos solos en nuestra tonta torrecita de marfil.

Por eso yo prefiero confiar en la gente. Porque, como digo, si uno sabe qué esperar del otro, ese otro nunca falla. Con este sistema se ahorran muchas desilusiones, muchos chascos y sobre todo mucho rencor.
Además, cuando uno no espera nada o casi nada todo lo que reciba será siempre un regalo maravilloso ¿o no? "


Carmen Posadas


3 comentarios:

Juan Carlos Garrido dijo...

Y tenía razón, pues los que se pierden en la adversidad no eran amigos, sino conocidos.

Saludos.

Speranza dijo...

Muchas gracias por tu comentario, Sombras. Un placer tenerte por aquí.
Creo que nunca he estado tan de acuerdo con un reflexión sobre la amistad como esta. Saludos.

CaS dijo...

No sabes qué bien me viene este texto, especialmente hoy.
Tenemos que discutirlo tú y yo con una copa de balón en la mano, a la antigüa usanza...