martes, 21 de diciembre de 2010

Mesario 24

A Massimo, por nuestros dos años juntos, y en la distancia.

Perdonen ustedes que les hable de un tema que huele a rosas rojas y a bolillas de alcanfor.
Hace justo un año me decidí a abrirme un blog, por amor. Menuda tontería, pensarán. Si tenemos en cuenta que mi novio dejó la preciosa Toscana, con familia y amigos dentro, para venirse a mi lado, en tiempos de crisis, sin trabajo, ni casa, ni madre, ni perrito que le ladre, el blog no es absolutamente nada. El amor es más que un blog, claro.
Ahora me parece que antes de estar enamorada tenía menos cosas que decir. Porque a mí, el amor me ha enseñado-a mi corta edad y mi poca experiencia...-muchas cosas.

Gracias al amor he aprendido que la vida es pura montaña rusa, nunca sabes si te tocará arriba o abajo. He aprendido a llorar con más dolor, a reírme con más ganas. A que me sacudan el miedo, el egoísmo, los celos. A entrar y a salir de una lista de morosos. A dormirme con la pena de no haber pedido perdón esa noche por tener la boca muy grande o demasiado pequeña. A dejar corazones en Facebook y descubrir uno nuevo, con purpurinas nuevas, cada día. A ser objeto de burlas, risas, quejas y frases como "yo no daba un duro por vosotros". He aprendido también a que me gusten esas dos palabras mágicas y a repetirlas, nunca demasiadas veces, en sus distintas versiones e idiomas. He aprendido a olvidarme del "si amanece, nos vamos" y del "si te he visto, no me acuerdo". Y así, sucesivamente, no dejaré de aprender ni quiero dejar de hacerlo- entre otras cosas porque además, he conseguido que mi madre aprenda italiano, y eso viniendo de la Bernarda Alba trianera no es poco-.

A vosotros que habéis seguido mi blog durante estos 365 días os doy las gracias, por vuestros comentarios y por vuestros no comentarios.

A Florencia, la ciudad más bella del mundo, se las doy todos los días.

Y al amor, esa bella gran putada.