domingo, 30 de octubre de 2011

Orgullosa de hablar con acento andaluz (I)

Tras la polémica que han desatado las declaraciones de Artur Mas, esas en las que el político catalán afirmaba que a los niños andaluces y gallegos cuando hablan no se les entiende, me ha parecido conveniente investigar un poquito sobre la modalidad del castellano que hablo aunque, ya en la carrera de Filología, tuve unos magníficos profesores que me enseñaron a respetar y a querer más todavía lo que algunos no comprenden.

Pedro Carbonero Cano dice en su artículo del Diario de Sevilla "Algunos mitos sobre el habla andaluza":

El mito de ininteligibilidad. Surge de la idea de que hablar andaluz puede afectar a la claridad comunicativa y producir mensajes no del todo inteligibles y, en consecuencia, un buen "comunicador" debería renunciar a los andalucis-mos fonéticos para pasar a pronunciar con una "claridad castellana".
Es cierto que hay algunas formas de andaluz "cerrado", más marcadas en unos individuos que en otros, sobre todo en el habla popular espontánea, que pueden presentar dificultades de comprensión para quienes pertenecen a ámbitos geográficos o socioculturales distintos. Pero eso puede ocurrir igualmente en otros hablantes de la lengua española no andaluces. Conozco cántabros, aragoneses, castellanos... cuyos hábitos articulatorios oscuros  o cargados de rusticidad plantean también problemas de comprensión ante quienes los escuchan. La cuestión no se centra en pertenecer a un área geográfica, sino en la capacidad personal de cada uno para comunicarse y hacerse comprender.
 Yo también conozco personas del centro y norte de España y me entienden mejor ellos a mí, que a sí mismos. Concretamente, son de Salamanca y su habla es comparable a la de un bebé con una papa en la boca. Que no se ofendan los salmantinos, por favor, pero como bien dice el profesor Carbonero, la gente que habla así, "cerrado" la hay en todas partes, no solo en Andalucía.

Carbonero, además, parte de otro mito muy frecuente cuando se habla del andaluz, aquel del tío gracioso que se come las letras... No vamos a reproducir ejemplos porque ya nos conocemos, yo la primera. Dice así en el mismo artículo:

El mito de la ortografía. Es un mito popularmente extendido, según el cual los andaluces al hablar "se comen" algunas "letras" o partes de palabras. Esta idea se basa en la constatación de que no existe una correspondencia plena entre el plano oral y el plano escrito de la lengua: algunas grafías (signos gráficos del alfabeto) no se corresponden con un sonido (signo fónico de articulación oral) o no siempre con el mismo. Y es que existe una cierta tradición de fetichismo ortográfico, entendido en el sentido inverso a la realidad. No es la pronunciación la que imita o debe imitar a la escritura; es la escritura la que se inventó para representar los signos orales. El lenguaje humano directo y espontáneo es primariamente oral y el texto escrito es un medio sustitutivo, utilizado para reflejar las palabras, nacido para asegurar su permanencia.
            La lengua española tiene un sistema ortográfico bastante fijo y estable, pero el uso oral es más dinámico, inestable y variado que la escritura. Y en su evolución fonética el español meridional ha adquirido una personalidad propia y diferenciada de las modalidades septentrionales. Las palabras de una lengua no siempre tienen, ni han de tener, una correspondencia literal entre cada fonema que se pronuncia y cada letra que se escribe, sino una correspondencia global, como unidades léxicas que poseen su forma ortográfica académicamente establecida y, a la vez, su forma de pronunciación, la cual puede ser variable, según el área geográfica a la que pertenecen los hablantes. Y eso no  ha de verse como una anomalía, sino como el resultado de un proceso natural, que en una modalidades lingüísticas es más evolutivo que en otras. 
El acento, entonces, varía, dependiendo de la zona de la que se sea. No es conveniente, por lo tanto, confundir acentos con vulgarismos, puesto que, por ejemplo, la no pronunciación de "d" intervocálica al final de los particpios no es un fenómeno exclusivo de Andalucía y los andaluces, sino de más zonas de España, donde se usa en boca de hablantes con un nivel socio cultural medio-bajo (aunque no siempre) y en un registro coloquial, como la charla entre dos amigos o conocidos.

Señor Artur Mas, como diría el cómico Manu Sánchez, seré vulgar... "Te qui'ya con la cara que tiene".

Continuará...









4 comentarios:

L.N.J. dijo...

Hola.

Pues yo tenía una entrada preparada para este señor donde iba a escribir tal como hablo. Para que hable con razón y con la inutilidad de saber lo que dice. Porque además de ser ridículo, es bruto.

Me pregunto qué hará cuando va a países donde no entiende el idioma ¿los criticará igual? o será tan erudito que sabe de todo.

Quien no quiera a Andalucía o a los Andaluces, que se vayan o que no vengan; así de simple.

Saludos y gracias.

L.N.J. dijo...

Esperanza, lo vulgar lo ha dicho él. Sin más retoques, no merece la pena ni nombrarlo.

En fin.

Speranza dijo...

Hola L.N.J.:

Gracias por tus comentarios. Estoy de acuerdo contigo, el que no quiera a los andaluces, ya sabe lo que tiene que hacer... Pero primero que reconozca que aquí se habla mucho mejor que en otros lugares de España. Somos los andaluces los primeros que debemos sentirnos orgullosos de hablar como hablamos o de lo contrario seguirán tratándonos como a catetos y gente analfabeta.

L.N.J. dijo...

Hola Esperanza.

Si tenemos que basar nuestra forma de hablar en el reconocimiento de los demás, me atrevo a decir con toda seguridad, que a mucha gente que no es de Andalucía le gusta.
Es verdad que después elegimos, a mí por ejemplo me gusta muchísimo el francés y no todos los franceses pronuncian de igual manera.

Este hombre con esta opinión, no va a reconocer nada, ni siquiera las flacas y malas deducciones que saca de un lenguaje tradicional y maravilloso como es el nuestro.
Si yo tuviera que hablar como los catalanes, madrileños o gallegos o como él mismo, no existirían acentos, lenguajes...
¡Anda, que si va a mi pueblo, se cae de espaldas! jaja...

Este hombre no sabe lo que dice.

Un beso.